Me
voy a permitir un recuerdo personal: cuando a comienzos de la década de los
años ochenta comencé a estudiar Periodismo en la Escuela de Comunicación Social
de la Universidad del Zulia, uno de los primeros libros que compré y leí fue La comunicación impresa. Teoría y práctica
del lenguaje periodístico (Síntesis Dosmil/Ediciones Centauro, Caracas,
1976), del profesor Alexis Márquez Rodríguez. Ese libro, que todavía conservo
deshojado por tanto uso, fue para mí una cátedra abierta, una primera
aproximación en lo escrito de lo que mis maestros del oficio reiteradamente
señalaban como lo básico de la escritura periodística: una ética y una estética
del bien decir.
Ahora, después de más de tres décadas vuelvo sobre sus páginas en ocasión de la noticia del
fallecimiento, el pasado 10 de mayo, del profesor Márquez Rodríguez. Docente, abogado, Individuo de Número de la Academia Venezolana de la Lengua, Alexis
Márquez Rodríguez ejerció un peculiar magisterio: la enseñanza del idioma en
periódicos como El Nacional, diario
en el que por décadas mantuvo columnas como “Cuenta de libros” y “Con la
lengua”.
Docente
de la Escuela de Comunicación Social de la Universidad Central de Venezuela, de
la cual fue director por un breve período y donde fundó en 1969 la Cátedra de
Castellano, Alexis Márquez Rodríguez formó a generaciones de periodistas y
comunicadores, además de ejercer la crítica y la investigación literarias,
ámbitos en los que dejó una prolífica obra dedicada a escritores como el cubano
Alejo Carpentier, al que le dedicó varios trabajos publicados en revistas y libros.
Pero
quizás uno de los libros que mayor difusión y alcance tuvo en la obra del
profesor Márquez Rodríguez fue precisamente La
comunicación impresa. Teoría y práctica del lenguaje periodístico, no sólo
por ser todavía lectura obligada en los cursos de redacción periodística en las
distintas escuelas de Comunicación Social del país, sino también porque en sus
páginas cualquier persona interesada en el tema de la escritura periodística
podrá encontrar claves para la comprensión de los mecanismos propios del
lenguaje narrativo, base del periodismo.
En
La comunicación impresa, Márquez
Rodríguez aborda las distintas técnicas redaccionales del periodismo y de los
géneros periodísticos, además de detenerse de manera clara y didáctica, en los
pilares que soportan todo texto: la descripción, la narración, el diálogo y la
exposición conceptual, recursos expresivos necesarios para la construcción de textos
tanto en el periodismo como en la literatura.
Revisar
las páginas de este libro permite constatar la vigencia y actualidad de algunos
de los preceptos e ideas expuestas por Alexis Márquez Rodríguez hace varias
décadas. En su recuerdo y homenaje compartimos algunos pasajes de su libro:
Sobre los requisitos del lenguaje periodístico:
A)
La corrección:
“El lenguaje periodístico tiene
que ser, más que cualquiera otros, correcto. Pero entendemos esa corrección en
sentido dinámico, muy lejos del criterio, estéril y esterilizante, de los
académicos y demás puristas. De ninguna manera la exigencia de un determinado
nivel de corrección puede erigirse en valla para el desarrollo y progreso de la
lengua”.
(P. 45)
B)
La claridad:
“No perdamos de vista el carácter
promedio de la clientela del periodismo contemporáneo. Por una parte se trata,
como se ha visto, de grandes masas de un nivel cultural predominante de medio a
muy bajo. La información y la opinión
que sirve el periódico –impreso, radial o televisivo- no puede, en
consecuencia, ser servida en un lenguaje que exija un gran esfuerzo ni recursos
culturales más o menos complejos para su cabal aprehensión” (P. 46).
“Un lenguaje será, en efecto, tanto o
más claro, cuanto más correcto sea”.
C) La elegancia:
“Si se persigue, entre otros, el
propósito de contribuir a la formación y educación del buen gusto lingüístico,
lo mismo que de ayudar al hombre a distraerse y recrearse, es obvio que el
lenguaje que se le transmita debe ser elegante, ameno, grato. Elegancia, que,
por lo demás, no se riñe con la sencillez” (p. 46).
Sobre la veracidad, la imaginación y la expresión periodística:
[…] consustancial con la función
eminentemente social del periodismo, es la veracidad
de todo cuanto se comunique al público, sea que se trate de periodismo
informativo o periodismo de opinión. El periodista, en efecto, extrae su
material de la realidad real. No de
la fantasía ni de la imaginación. Lo cual no significa que el periodista debe
prescindir en su trabajo de la imaginación.
Conviene advertirlo, porque hay quienes entienden que veracidad e imaginación
son términos antinómicos. Nada más falso. La imaginación es esencial en toda
actividad humana, y la cultura de todos los pueblos debe a ella una buena parte
de su existencia” (p. 79).
“El trabajo periodístico, que es
un trabajo creador por excelencia, tiene un auxiliar de primer orden en la
imaginación, entendida como capacidad para el aprovechamiento, mediante su
reordenación, de datos provenientes de
la realidad y de la experiencia. La cual difiere sustancialmente de la fantasía, que sí resulta generalmente
riesgosa para el periodista en su labor cotidiana” (p. 79).
[…] “el periodista que ame su
oficio está en la obligación de buscar, de experimentar, de ensayar nuevas
formas y procedimientos que enriquezcan el estilo y el lenguaje periodísticos”
(p. 183).
Sobre “el lenguaje periodístico como problema ético”:
[…] “el manejo del lenguaje por
el periodista y demás profesionales de la comunicación no escapa a los
lineamientos de la ética profesional. Esto es necesario decirlo reiteradamente,
porque con demasiada frecuencia, al señalar los daños que se causa a la
población a través de los medios de comunicación masiva, se pretende achacar
todo o la mayor parte de la responsabilidad a
los medios en abstracto (prensa, radio, televisión, cine), soslayando de
ese modo al sujeto real de esa responsabilidad, que es el hombre que utiliza,
maneja y controla esos medios […] ‘La denuncia’ del medio, con prescindencia
del hombre que está detrás de él, conduce a una fetichización del medio mismo, y el fenómeno, de ese modo, resulta
sustancialmente deformado” (p. 295).
“El periodista no debe traicionar
la confianza puesta en él por el lector, como el médico y el abogado no deben
traicionar la confianza de sus clientes. Cuando tal hecho ocurre, cuando el
periodista traiciona –por ignorancia o por mala fe- la confianza del lector,
sin duda le causa males tanto o más graves, y a veces tan irreversibles, como
los que causan médicos y abogados indignos de confianza. Sólo que éstos suelen
ser más de bulto, más notorios, que aquéllos. Pero aquéllos, subrepticios,
además de su gravedad intrínseca, son de carácter colectivo, social. Lo cual,
en última instancia, los hace más desastrosos” (p. 296-296).
Alexis Márquez Rodríguez (1976): La comunicación impresa. Teoría y práctica
del lenguaje periodístico. Caracas: Síntesis Dosmil/Ediciones Centauro.
Enlaces de interés:
- Síntesis biográfica y obras de Alexis Márquez Rodríguez. Academia Venezolana de la
Lengua:
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