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domingo, 29 de septiembre de 2013

La reseña

 
"The animated gif" , de Paolo Čerić
Entre los linderos etimológicos de la palabra reseña, el Diccionario de la Real Academia de la Lengua (DRAE), destaca dos que tienen mucho que ver con ese tipo de mensaje periodístico que se conoce como reseña periodística: “narración sucinta” y “noticia y examen de una obra literaria o científica”. Incluso una enciclopedia, como Larousse (1981), hace referencia a: “Artículo o escrito breve en un periódico en que se describe una cosa o se da noticia sobre ella”.
Una definición aplicada al periodismo nos la da la profesora Olga Dragnic (1993), docente jubilada de la Escuela de Comunicación Social de la UCV (ECS-UCV), al indicar que es un “género informativo que tiene por fin proporcionar al lector o al receptor la versión sobre el desarrollo de un acontecimiento importante. La reseña se utiliza en casi todas las especializaciones periodísticas” (p. 256).
En el siguiente enlace sintetizamos aspectos relacionados  la reseña: tipos, redacción.

 El norte de la reseña: informar

La reseña es un género periodístico informativo que por su característica de difundir o dar noticia de un acontecimiento público, de una manera ágil que involucra además una valoración de su importancia, ha sido de difícil calificación y tiende a ser confundida con otras formas como la crónica e incluso la crítica.
Por su carácter informativo, de recuento y relato de un hecho, acontecimiento, se le ha confundido con la noticia. Por su requisito de valoración de lo reseñado, se le ha etiquetado como crónica. Por su utilización de recursos descriptivos y narrativos, así como de exposición argumental, se le ha visto cercana al reportaje.
No en balde, Earle Herrera (1986), quien fue profesor de Periodismo en la ECS-UCV, al referirse a ese género del periodismo de opinión que es la crónica, la diferenció de la reseña y caracterizó a esta última de la siguiente manera:
 “Este (la reseña) es un género periodístico mediante el cual se difunden acontecimientos de actualidad -un encuentro deportivo, una sesión del parlamento, un mitin, un espectáculo cultural o la aparición de un nuevo libro, etc.- atendiendo, en primer lugar, a las necesidades informativas del público. No se conforma, como la noticia, con la versión escueta del “hecho bruto”. Describe a los protagonistas, ambienta el escenario, destaca los aspectos más importantes o detalles de interés y, a despecho de la “objetividad”, no puede prescindir .a menos que el periodista se convierta en eunuco mental- de ciertos elementos valorativos al reseñar un libro o una pieza teatral, por ejemplo. Pero su función es eminentemente informativa” (Herrera, 1986. p. 61).



Un deslinde: reseña y otros géneros (noticia, crónica)

En la confusión de términos que atribuyen a la crónica lo que es de la reseña y de la reseña lo que es la crónica, es conveniente guiarnos por el sentido profundamente noticioso, periodístico, antes que opinativo, de la reseña. De hecho, el también profesor de la ECS-UCV, Enrique Castejón, en su libro Técnicas de la Información (1989) recuerda que: “En muchos manuales este género es confundido con la crónica que dentro de los parámetros del periodismo venezolano moderno es considerada como un género de opinión”.
El peso de la opinión distingue la crónica, como sostiene Martín Vivaldi (1973) cuando resalta que “las características verdadera de la crónica es la valoración del hecho al tiempo que se va narrando […] La crónica, género ambivalente, vale en tanto que relato de hechos noticiosos y en cuanto al juicio del cronista”.
La profesora de la ECS-UCV, Mariela Torrealba, aporta una distinción desde el contexto de la finalidad social y la relación autor-lector que cumple un género periodístico como la reseña y su diferencia con la crónica:
“En la reseña, el público de los medios busca información sobre los eventos, discursos, espectáculos, entendiendo estos como espacios de encuentro que a un tiempo son sociales y públicos. No queremos decir con esto que la mirada del periodista es impersonal, objetiva, situada más allá de bien y del mal, sino que en ella se impone el deber de informar, atendiendo a las necesidades de representación de la realidad del público ausente. El papel de quien escribe una crónica y quien escribe una reseña son diferentes, el cronista atiende a necesidades expresivas, el periodista atiende a sus deberes informativos. El lector de crónicas busca en ella talento expresivo y creador, busca conocer el contar y el cantar de su tiempo. El lector de reseñas busca información, interpretación, explicación y profundidad, busca conocer los eventos y ritos sociales que ocurren y que lo identifiquen con su tiempo” (Torrealba, 2005, p. 23)


Olga Dragnic coloca a la reseña en el mismo nivel de complejidad y exigencia que la entrevista de opinión y el reportaje. Sobre estos géneros informativos indica que tienen “la particularidad de acercarse a los géneros literarios, especialmente el cuento y su texto no admite mutilaciones sin que corra el riesgo de presentar incongruencias lógicas y pobreza redaccional” (p. 106).
Pero en el terreno de un género como la noticia surgen igualmente dificultades para establecer los linderos claros con la reseña. Para encontrar un camino más despejado en este sentido, cabe destacar lo apuntado por Mariela Torrealba cuando distingue ambos géneros en cuanto a su ámbito y propósito: “La reseña se ocupa preferentemente de eventos públicos generalmente anunciados, dotados de actualidad. La actualidad en la noticia es más urgente y en la reseña es más laxa, aunque también es actual y en muchos casos depende de la importancia del evento y su duración en el tiempo” (p. 25).
Por otra parte, cabe tener presente que incluso la profesora Dragnic (1993) ha sugerido la idea de que las ruedas de prensa sean objeto de un abordaje periodístico a través del género de la reseña, antes que de considerarlas exclusivamente como una modalidad de la entrevista periodística. La autora asoma la idea de que quizás la consideración de la rueda de prensa más como entrevista que como reseña se debe a que en ésta última “no admite en su estructura la utilización del diálogo explicito, o como si la reseña estuviera exclusivamente destinada a la descripción de un espectáculo o a la narración de un discurso o de una conferencia […] Una rueda de prensa, con el diálogo incluido puede ser presentada a los lectores con todas las incidencias, descripciones y actitudes y hasta las manipulaciones mediante una reseña estructurada creativamente, mientras que la entrevista no admitirá todas las valoraciones a que pueda dar lugar un evento de este tipo” (Dragnic, 1993, p. 31).
Esta falta de acuerdo en relación con los linderos de uno u otro género, demuestran una vez más que los géneros no son fronteras claramente demarcadas, que los géneros transmigran, se mueven de acuerdo al uso, desarrollo y enfoques que se deriven de su aplicación a determinados hechos de la vida. De allí que sean, convenciones, marcos generales, pero en modo alguno parámetros fijos e invariables.

Tipos y estructura de la reseña

Esta misma movilidad se aplica a la hora de revisar los tipos de reseña. Inicialmente se les distinguía en atención a la fuente o la especialidad informativa que daba cuenta de los eventos: culturales, deportivos, políticos, científicos, etc. (Castejón, 1989); pero también de acuerdo al elemento noticioso más destacable de la acción o evento central: el qué sucede o el cómo sucede (Dragnic, 1994) y más recientemente se le ha clasificado en atención al tipo de evento público objeto del relato periodístico: sea oral, visual, de un proceso que supone participación y movilización espacio-temporal tanto del público como del periodista o aluda a contenidos de documentos (Torrealba, 2005).


En la presentación y desarrollo de la reseña el periodista está obligado al manejo de recursos expresivos que le permitan transmitir vívidamente los hechos, eventos y manifestaciones de carácter público objeto del relato periodístico. La narración y la descripción están al servicio de la función informativa y orientarán incluso la organización del texto en su estructura y jerarquización. La reseña tiene como requisito una unidad, un sentido orgánico en su estructura, así como un desarrollo articulado y coherente, en el cual el comienzo y el final  se correspondan en su secuencia lógica de ideas y en la forma. Para una detallada explicación de los fines, estructura de la reseña véase el libro de Torrealba, La reseña como género periodístico (2005).

Información y opinión en la reseña


Reseñar supone presentar al público el hecho y su relato, de manera vívida y veraz, como si éste estuviese allí. En la reseña, más que opinión, lo que se expresa es una valoración, no exenta de subjetividad, por parte del periodista. Pero dicha valoración debe estar confrontada y argumentada con los sucesos relatados o ideas comentadas. Decir que un concierto fue aburrido, sería una opinión. Al contrario, el periodista deberá incluir algunos juicios del público e incorporados en el texto, reseñar la cantidad gente se salió del teatro antes de que terminara la función o afirmar su juicio con la  opinión de algún crítico presente.
Ya lo advierte Castejón: “En nuestro país muchos creen que reseñar es enjuiciar. Al contrario, la actitud del periodista difiere de la del crítico, su misión será comunicar con un alto margen de veracidad lo ocurrido”. El autor va más allá a enfatizar que en la reseña el periodista no se aparta de los lineamientos del periodismo informativo, como tampoco de los atributos y factores de la noticia, los cuales se mantienen vigentes como exigencias para la reseña. No obstante, esto no es impedimento para que el periodista aporte una interpretación de lo reseñado, dado que “la veracidad informativa que es indispensable en la labor periodística no supone que el periodista esté impedido de transmitir al público su propia interpretación de los hechos” (Castejón, 1989, p. 80).
Y, por último, tengamos presente que, como puntualiza Mariela Torrealba, “la reseña nos cuenta de nuestro tiempo, de nuestro espacio, de nuestras organizaciones, de nosotros mismos” (p. 115). De allí su vigencia y necesidad como género periodístico.

 Referencias

- Castejón, Enrique (1989). Técnicas de la Información. Caracas: Ediciones de la Facultad de Humanides y Educación-UCV.
- Enciclopedia Larousse (1981). Editorial Planeta.
- Dragnic, Olga (1993). La entrevista de personalidad.  Caracas: Fondo Editorial Humanidades y Educación-UCV.
- Dragnic, Olga (1994). Diccionario de comunicación social. Caracas: Editorial Panapo. 
- Herrera, Earle (1986). La magia de la crónica. Caracas: Dirección de Cultura-UCV.
- Martín Vivaldi, Gonzalo (1973). Géneros periodísticos. Madrid: Editorial Paraninfo.
- Real Academia Española (2001). Diccionario de la Lengua Española. 22ª. Edición.
- Torrealba, Mariela (2005). La reseña como género periodístico. Caracas: Editorial Libros de El Nacional/FHE-UCV.


Algunas consideraciones sobre la redacción periodística:


A diferencia de otros textos, el periodístico exige el apego a ciertas normas y preceptivas que, en general, obligan a una redacción en la cual el norte es la claridad, la concisión y la sencillez, lo cual en modo alguno está reñido con la búsqueda de una expresión periodística interesante, fluida y coherente. Por lo general, con la prisa y el poco espacio con el que se cuenta para la difusión de nuestros materiales, se tiende a sacrificar o a olvidar estas reglas básicas de la redacción periodística, lo cual deriva en el uso achatado y pobre del lenguaje y a la exageración en la utilización de muletillas y lugares comunes, que hablan más de pereza mental que de prisa.
En nuestra clase repasamos algunas ideas sobre la organización de la información periodística, el proceso de redacción, así como el uso de citas, las atribuciones y la titulación.
En el siguiente enlace resumimos algunas ideas:


Los comentarios  y ejemplos que siguen han sido tomados en su mayoría del libro de José Luis Benavides Ledesma y Carlos Quintero Herrera: Escribir en prensa. Redacción informativa e interpretativa, así como de distintos manuales de redacción y estilo de periódicos como El Tiempo de Bogotá y El País de España. A continuación se abordan algunos de los problemas más comunes de la redacción periodística y los cuales debemos evitar en lo posible.

Los clichés:

Consecuencia del descuido y la pereza del redactor, los clichés o frases hechas evidencian una redacción poco pulida y creativa. Son expresiones relativamente ingeniosas, con sentido metafórico, cuyo amplio uso en el reporterismo se debe a que resuelven fácilmente la prisa a la que cotidianamente se enfrenta el redactor.
Entre los clichés más comunes y que debemos evitar, figuran los siguientes:

-        el beneficio de la duda
-        con las manos en la masa
-        acalorada discusión
-        arrancar aplausos
-        se hará escuchar en el teatro
-        febril actividad
-        dejar salir humo blanco
-        luchar a brazo partido
-        dar la pelea
-        el punto álgido del debate (la discusión...)
-        un golpe de suerte
-        la sangre no llegó al río
-        escapar milagrosamente
-        razones de peso
-        ganar terreno
-        condenado al fracaso

Las muletillas:

Otras de las socorridas formas es el uso de las llamadas muletillas o expresiones comunes. Se trata de expresiones usadas de manera recurrente y, en ocasiones, hasta sin tomar en cuenta el contexto en el que se utilizan. Su aplicación mecánica termina por no añadir al texto. Entre las más usadas tenemos:
-        Así lo expresó (manifestó, declaró, señaló...)
-        En relación con...
-        Al respecto de...
-        A su vez
-        Como se recordará
-        Por otra parte,
-        Según lo dio a conocer

Redundancias y vaguedades:

Un problema presente en una escritura periodística apresurada y sin pulimento se presenta con el uso reiterado de adjetivos y formas adverbiales que a la larga se convierten en lugares comunes. Por ejemplo:
-        resultado final
-        amigo personal
-        multitud de personas
-        expertos calificados
-        nuevo descubrimiento
-        hábito personal

También es común apelar a los adjetivos como una forma de introducir elementos de color y descripciones que ayuden al lector o receptor a comprender la dimensión o las características de lo que expresamos. En estos casos, es preciso tener en cuenta la acertada expresión del poeta chileno Vicente Huidobro, "el adjetivo cuando no da vida, mata". Es conveniente evitarlos e insistir en el trabajo de buscar una palabra o expresión más adecuada al contexto de lo que intentamos comunicar (en lugar de decir: la señora era una anciana, es preferible señalar su edad: la señora tenía 75 años; en vez de afirmar: el alto jugador, indicar: el jugador de 1.89 centímetros de altura). Por lo tanto, evitemos el uso de adjetivos que poco aportan como:
-        Inmenso
-        Desagradable
-        Brillante
-        Enorme
-        Grande
entre muchos otros.

Decir más con menos:

Cuando escribimos, por lo general, no nos detenemos a pensar en la economía de la expresión. Hay ideas que pueden ser expresadas con menos palabras sin que pierdan el sentido. Decir más con menos, es lo que debemos procurar cuando redactamos. Por ejemplo:
-        Llevaron a cabo una reunión se puede sustituir por se reunieron
-        Está desarrollando actualmente se puede sustituir por desarrolla
-        Dio su aprobación puede sustituirse por aprobó
-        Tomó en consideración puede sustituirse por consideró

Verbos débiles y voz pasiva:

Es conveniente evitar formas verbales débiles, en las que se retrasa la acción por aquellas formas verbales más directas. En este sentido, vale la pena recordar la estructura gramatical propia del castellano: sujeto-verbo-complemento. Antes que el uso de la voz pasiva, es mejor recurrir a la forma activa, de mayor fuerza y más directa.
En lugar de...                             Es preferible...
-   La detención tuvo lugar...       Lo detuvieron...
-        Dijo que quería justicia ...       Pidió justicia...
-        Ocurrió el derrumbe...           El edificio se derrumbó...
-        El criminal se fue corriendo... El criminal huyó...

Voz pasiva                                                     Voz activa
- El hecho fue denunciado por la víctima         La víctima denunció
- El accidente fue causado por un bus          Un bus causó el accidente
- Considerado por los críticos                         Los críticos lo consideran

Vigésimo y no 20avo.

Es común encontrar en algunos textos una incorrección en el uso de los sufijos avo. y ava. para señalar cifras ordinales. Las terminaciones avo. y ava. fraccionan. Si decimos vigésimo estamos indicando con el ordinal que algo ocupa el lugar 20, mientras que si decimos 20avo. estamos señalando la veinteava parte de un todo. Por lo tanto, no podemos hablar del veinteavo o 20avo. lugar de una competencia ni del 10ava. edición de los premios X, sino del vigésimo lugar y de la décima edición.

Y por último...

"El lenguaje periodístico debe ser vigoroso, directo, con palabras llenas de significado y capaces de evocar imágenes. Este principio queda precisamente plasmado en la expresión 'Muéstralo, no me lo digas' (Show, don't tell me, en inglés). Al lector hay que mostrarle los hechos, no contárselos ni comentárselos [...] El reportero se limita a mostrar cómo suceden las cosas, cómo se comportan las personas, de modo que el lector saque sus propias conclusiones. No hacerlo implica relegar al lector a la pasividad, a no involucrarse con la historia que le estamos contando y, lo que es peor, despreciar su inteligencia para analizar los hechos" (Benavides y Quintero, 1995, p. 107)

Referencias

- Benavides, José y Quintero, Carlos (1997). Escribir en prensa. Redacción informativa e interpretativa. México: Edit. Alhambra.
- Cantavella, Juan y José Serrano (Coords.) (2004). Redacción para periodistas: informar e interpretar. Barcelona: Ariel.
- Covarrubias, Jorge (1996). Manual de técnicas de información periodística. Associated Press.
- Diario El País (1997). Libro de Estilo de El País. España: Ediciones El País.
- Diario El Tiempo de Bogotá (1995). Manual de Redacción. Bogotá: Editorial Printer Colombiana.
- Diccionario Enciclopédico Vox, Lexis 22. Gramática, lengua, estilo. Círculo de Lectores, 1980.
- Grijelmo, Alex (1997). El estilo del periodista. Barcelona: Taurus
- Martínez Albertos, José Luis (1972). Curso General de Redacción Periodística. Edit. Mitre.
- Ronderos, Ma. Teresa y otros (2002). Cómo hacer periodismo. Bogotá: Edit. Aguilar.


Más sobre las fuentes informativas

“No hay noticia sin fuentes”. Esta frase de Stella Martini (2000) sintetiza con claridad el papel de las fuentes como eje de las rutinas de búsqueda, procesamiento y presentación de las informaciones periodísticas. Pero es precisamente esta condición clave de las fuentes, la que a su vez articula las dinámicas y los alcances mismos de la información e incluso puede llegar a modelar los contenidos de la noticia.
Tal es la importancia de las fuentes informativas que su presencia no ha pasado desapercibida para la teoría y las investigaciones que en diferentes momentos y desde diversas perspectivas metodológicas han abordado la relación entre medios, periodistas y fuentes (Rodrigo Alsina, 1989; Martini, 2000; Arrueta; 2010). Este es un proceso “caracterizado por los vaivenes de la negociación, pactos de anonimato, promesas diversas y relación con el poder. No hay que olvidar que la noticia resultante es siempre la publicidad del actor o los actores involucrados en el acontecimiento” (Martini, 2000, p. 62).
Bien lo observa Mar de Fontcuberta cuando sostiene que: “La relación entre el medio y las fuentes es una de las más complejas y básicas de todo el proceso de producción de noticias. Un medio sin fuentes es un medio muerto” (Fontcuberta, 1993, p. 58).
A propósito de la complejidad de esta relación, cabe destacar los tres tipos de relaciones que Rodrigo Alsina (1989) identifica a partir de la dinámica entre el periodista y sus fuentes:
1.     “Puede darse una total independencia entre la fuente y el periodista. Es decir, hay un distanciamiento entre el que produce la noticia y el que informa sobre la misma”.
2.     “La fuente y el periodista cooperan. Fuente y periodista tienen algunos objetivos comunes: uno necesita que una determinada información se publique y el otro necesita obtener noticias para satisfacer a sus superiores”.
3.     “La fuente es la que prácticamente hace la noticia. Sería el caso de los comunicados oficiales” (o las ruedas de prensa). (Rodrigo Alsina, 1989, p. 117).
Un aspecto clave, en cualquiera de estos casos, viene dado por la pertinencia de la fuente, para lo cual se requiere que la misma “sea confiable, y esté legitimada como creíble, por su lugar en el espacio público, y sea la más adecuada para informar sobre el hecho” (Martini, 2000, p. 63).


 Las oficinas de prensa:

Oficinas de Información y Relaciones Públicas, oficinas o gabinetes de prensa, oficinas de Comunicaciones Corporativas, oficinas de Comunicaciones Externas...un largo etcétera podría seguir a la hora de enumerar las distintas denominaciones con las cuales se han bautizado esas dependencias de organismos, instituciones, empresas públicas y privadas destinadas a servir de intermediación informativa entre estos y los medios de difusión.
Estas oficinas se han constituido, sobre todo en el periodismo venezolano, en una de las fuentes de información de la cual se sirven los medios para organizar sus materiales informativos, amén de las relaciones directas que éstas mantienen con los periodistas asignados a la cobertura de la fuente específica.
El trabajo desde estos espacios institucionales que sirven de “fuente informativa” se orienta, bien de manera solapada o evidente, a:
-Propaganda y trabajo de imagen pública de la institución o de sus representantes.
-Control informativo sobre el área de influencia o de acción de la empresa o institución.
- Mantenimiento de relaciones fluidas y cordiales con los medios y periodistas asignados a esa fuente.
A lo largo de la historia del periodismo podemos asistir a la presencia de estas oficinas, buena parte de las cuales surgieron en función de cumplir con misiones propagandísticas y de promoción de las actividades de las instituciones y gobiernos a los cuales servían.
Son recordados los casos del Ministro de Propaganda del III Reich alemán, Joseph Goebbels, quien desarrollaba ardides para engañar a los militares aliados, en favor de las fuerzas nazis. Comunicados, conferencias de prensa y falsos informadores estuvieron a la orden del día en uno y otro bando durante la II Guerra Mundial. 


Pero esa función oscura de las oficinas de prensa no acabó con la última conflagración mundial. Durante el período de la llamada “guerra fría” que abarcó casi la segunda mitad del siglo XX y que, como bien la definió Hector Mujica, fue “una guerra incruenta pero tan bélica y aparatosa y costosa como la más caliente” (p. 76), se desarrollaron los más sutiles intentos de control de la información y de la “desinformación” por parte de los gobiernos involucrados en los dos ejes de poder en pugna: el Este (EEUU y Europa Occidental) y la antigua URSS (y los países del bloque europeo oriental).
La información ofrecida por las oficinas de prensa y relaciones viene en las formas de boletines o “gacetillas de prensa”, comunicados o declaraciones oficiales, cuando emana directamente de ellas. En otras ocasiones, su papel se dirige a convocatorias para ruedas de prensa, con las cuales orientan y canalizan la información en un sólo sentido y de manera homogénea para todos los medios. También sirven de canal del periodista para contactos directos (entrevistas) con algunos de los voceros oficiales.
En la práctica, el periodista puede hacer de la rutina de trabajo alrededor de estas oficinas su única fuente de información, como ocurre en casos cuando el acceso a las fuentes directas (personeros o autoridades) se encuentra cerrado.
Debe tenerse en cuenta que, algunas veces, las oficinas de prensa y relaciones de organismos e instituciones públicas o privadas pueden contar con medios de presión eficientes para la orientación de sus informaciones. Bien, porque dicha institución o empresa guarda relaciones estrechas o comparte los mismos intereses del grupo económico al que pertenece el medio o bien, porque representa un cliente poderoso (en avisos) como anunciante.

Para tener presente…


Dado el carácter interesado que por lo común mueve sus acciones, las relaciones de los periodistas con oficinas de prensa deben ser manejadas con la necesaria cautela y prudencia, tomando en cuenta que su orientación -como corresponde a sus fines- es tratar de capitalizar a favor del personaje, de la empresa o institución tanto el mayor espacio informativo, como las informaciones de carácter positivo.
Por eso, vale tener presente las observaciones hechas por Fernando Reyes Matta (1980) en relación al sentido institucional, declarativo, autoritario y paternalista en el que han devenido las prácticas periodísticas en algunos países latinoamericanos, con relación al manejo de las fuentes:
“El surgimiento de las llamadas “fuentes de información” ha producido un fenómeno de dependencia que disminuye progresivamente las capacidades profesionales. La acción en conjunto de los reporteros -primera instancia del proceso de calificación- ha deteriorado el afán de búsqueda y de interpretación periodística. Posiblemente sea en América Latina donde la aplicación del modelo de periodismo tomado de ciertos países occidentales esté menos lograda, debido a las distorsiones impuestas en el ejercicio de un sistema periodístico “industrial” [...] Estas prácticas superestructurales que ubican la noticia allí donde la autoridad se encuentra, se han visto reforzadas por la influencia de las oficinas de relaciones públicas. Estos organismos se han convertido en instancias de mediación, que no sólo orientan el quehacer periodístico proveyendo determinados materiales de background, sino que además manipulan y dosifican las declaraciones y presentaciones de la autoridad. En la medida en que la noticia es construida en torno a los personajes de la superestructura, la influencia de las oficinas de relaciones públicas -en algunos países llamados ”oficinas de prensa”- es altamente significativa en la definición del total informativo que los medios proporcionan al público” (Reyes Matta, 1980, p. 45).

Otro aspecto: la fuente “única”


Dada la importancia de las fuentes informativas y lo que su adecuado manejo exige para la información periodística de calidad, es conveniente prestarle atención a estas dinámicas en la relación periodista-fuente. Tangamos presente que el criterio periodístico se orienta a un trabajo exhaustivo y cuidadoso por parte del periodista a la hora de recopilar y procesar la información. Esto obliga a consultar diversas fuentes (vivas, documentales) para elaborar una noticia. Y es precisamente en este ámbito en el que algunos investigadores, como Andrés Cañizález (2008) han llamado la atención para el caso venezolano.
A partir de varias investigaciones que a finales de la década pasada realizó en el Centro de Investigaciones de la Comunicación de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), Cañizález encontró algunas tendencias preocupantes en el manejo de las fuentes en el periodismo venezolano, presentes tanto en medio impresos como radioléctricos. Las dos más resaltantes: por una parte, el uso de fuentes únicas y, por otra, el uso de fuentes no atribuidas o identificadas.
El “periodismo de fuente única”, como lo define Cañizález, se expresa en “una ausencia de contraste o de apelar a otras fuentes, para complementar la noticia. Las informaciones en Venezuela se dan a conocer por nuestros medios, teniendo en la mayoría de los casos una sola fuente, es decir un único punto de vista”.
Por otra parte, la presencia de notas y materiales sin fuentes claramente identificadas o en algunos casos vagamente atribuidas a muletillas como “fuentes dignas de todo crédito”, “fuentes bien informadas”, deberían ser la excepción, pero no la regla a la hora de dar cuenta de hechos de interés para la población.
Lo anotado por las investigaciones realizadas en el país no resultan ajenas a una tendencia si se quiere presente también en otros países como en España, según se desprende de los resultados de una investigación realizada por Javier Mayoral (2005), quien analizó más de seis mil textos periodísticos y concluyó que “los periodistas emplean un altísimo número de fuentes insuficientemente identificadas, que no compiten con otras fuentes ni, por tanto, con otras versiones de lo sucedido), que ofrecen información que afecta a sus intereses particulares y que, por último, consiguen que el texto periodístico recoja lo fundamental de su versión de lo acontecido" (p. 101).
Como señala Cañizález, “se trata de una rutina de trabajo en muchos casos reñida con la calidad y el deber de transparencia informativa”. Y si bien el periodista debe mantener relaciones de franqueza y credibilidad con sus fuentes, incluidas las oficinas de prensa, también es preciso no olvidar que en primera instancia el objetivo es aportar informaciones de calidad, en la que se contrasten las distintas voces relacionadas con un hecho. Porque lo fundamental es eludir lo que Mayoral llama “las oscuras servidumbres” del mensaje informativo, hipotecado a las fuentes no identificadas o a lo sumo únicas; y a la difusión de versiones interesadas de la realidad. Estos son algunos de los retos.

Referencias

- Arrueta, César (2010). ¿Qué realidad construyen los diarios? Buenos Aires: La Crujía.
- Cañizález, Andrés (2008): “Acerca de las fuentes”. En: Diario TalCual. Sección: Infocracia. Caracas, miércoles 16 de abril de 2008. p. 23.
- Fontcuberta, Mar (1993). La noticia. Pistas para percibir el mundo. Barcelona: Paidós.
- Martini, Stella (2000). Periodismo, noticia y noticiabilidad. Bogotá: Norma.
- Mayoral S., Javier  (2005). Fuentes de información y credibilidad periodística. En Estudios del Mensaje Periodístico, Nº 11, pp. 93-102.
Disponible en:
- Mujica, Héctor (1967). El imperio de la noticia. Caracas: Ediciones de la Biblioteca UCV.
- Reyes Matta, Fernando (1980). “El concepto de la noticia en América Latina”. En: Un nuevo concepto de noticia. Cuadernos del CNP DF. Nº 4. Caracas: CNP-DF.
- Rodrigo Alsina, Miquel (1989). La construcción de la noticia. Barcelona: Paidós.