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domingo, 29 de septiembre de 2013

Más sobre las fuentes informativas

“No hay noticia sin fuentes”. Esta frase de Stella Martini (2000) sintetiza con claridad el papel de las fuentes como eje de las rutinas de búsqueda, procesamiento y presentación de las informaciones periodísticas. Pero es precisamente esta condición clave de las fuentes, la que a su vez articula las dinámicas y los alcances mismos de la información e incluso puede llegar a modelar los contenidos de la noticia.
Tal es la importancia de las fuentes informativas que su presencia no ha pasado desapercibida para la teoría y las investigaciones que en diferentes momentos y desde diversas perspectivas metodológicas han abordado la relación entre medios, periodistas y fuentes (Rodrigo Alsina, 1989; Martini, 2000; Arrueta; 2010). Este es un proceso “caracterizado por los vaivenes de la negociación, pactos de anonimato, promesas diversas y relación con el poder. No hay que olvidar que la noticia resultante es siempre la publicidad del actor o los actores involucrados en el acontecimiento” (Martini, 2000, p. 62).
Bien lo observa Mar de Fontcuberta cuando sostiene que: “La relación entre el medio y las fuentes es una de las más complejas y básicas de todo el proceso de producción de noticias. Un medio sin fuentes es un medio muerto” (Fontcuberta, 1993, p. 58).
A propósito de la complejidad de esta relación, cabe destacar los tres tipos de relaciones que Rodrigo Alsina (1989) identifica a partir de la dinámica entre el periodista y sus fuentes:
1.     “Puede darse una total independencia entre la fuente y el periodista. Es decir, hay un distanciamiento entre el que produce la noticia y el que informa sobre la misma”.
2.     “La fuente y el periodista cooperan. Fuente y periodista tienen algunos objetivos comunes: uno necesita que una determinada información se publique y el otro necesita obtener noticias para satisfacer a sus superiores”.
3.     “La fuente es la que prácticamente hace la noticia. Sería el caso de los comunicados oficiales” (o las ruedas de prensa). (Rodrigo Alsina, 1989, p. 117).
Un aspecto clave, en cualquiera de estos casos, viene dado por la pertinencia de la fuente, para lo cual se requiere que la misma “sea confiable, y esté legitimada como creíble, por su lugar en el espacio público, y sea la más adecuada para informar sobre el hecho” (Martini, 2000, p. 63).


 Las oficinas de prensa:

Oficinas de Información y Relaciones Públicas, oficinas o gabinetes de prensa, oficinas de Comunicaciones Corporativas, oficinas de Comunicaciones Externas...un largo etcétera podría seguir a la hora de enumerar las distintas denominaciones con las cuales se han bautizado esas dependencias de organismos, instituciones, empresas públicas y privadas destinadas a servir de intermediación informativa entre estos y los medios de difusión.
Estas oficinas se han constituido, sobre todo en el periodismo venezolano, en una de las fuentes de información de la cual se sirven los medios para organizar sus materiales informativos, amén de las relaciones directas que éstas mantienen con los periodistas asignados a la cobertura de la fuente específica.
El trabajo desde estos espacios institucionales que sirven de “fuente informativa” se orienta, bien de manera solapada o evidente, a:
-Propaganda y trabajo de imagen pública de la institución o de sus representantes.
-Control informativo sobre el área de influencia o de acción de la empresa o institución.
- Mantenimiento de relaciones fluidas y cordiales con los medios y periodistas asignados a esa fuente.
A lo largo de la historia del periodismo podemos asistir a la presencia de estas oficinas, buena parte de las cuales surgieron en función de cumplir con misiones propagandísticas y de promoción de las actividades de las instituciones y gobiernos a los cuales servían.
Son recordados los casos del Ministro de Propaganda del III Reich alemán, Joseph Goebbels, quien desarrollaba ardides para engañar a los militares aliados, en favor de las fuerzas nazis. Comunicados, conferencias de prensa y falsos informadores estuvieron a la orden del día en uno y otro bando durante la II Guerra Mundial. 


Pero esa función oscura de las oficinas de prensa no acabó con la última conflagración mundial. Durante el período de la llamada “guerra fría” que abarcó casi la segunda mitad del siglo XX y que, como bien la definió Hector Mujica, fue “una guerra incruenta pero tan bélica y aparatosa y costosa como la más caliente” (p. 76), se desarrollaron los más sutiles intentos de control de la información y de la “desinformación” por parte de los gobiernos involucrados en los dos ejes de poder en pugna: el Este (EEUU y Europa Occidental) y la antigua URSS (y los países del bloque europeo oriental).
La información ofrecida por las oficinas de prensa y relaciones viene en las formas de boletines o “gacetillas de prensa”, comunicados o declaraciones oficiales, cuando emana directamente de ellas. En otras ocasiones, su papel se dirige a convocatorias para ruedas de prensa, con las cuales orientan y canalizan la información en un sólo sentido y de manera homogénea para todos los medios. También sirven de canal del periodista para contactos directos (entrevistas) con algunos de los voceros oficiales.
En la práctica, el periodista puede hacer de la rutina de trabajo alrededor de estas oficinas su única fuente de información, como ocurre en casos cuando el acceso a las fuentes directas (personeros o autoridades) se encuentra cerrado.
Debe tenerse en cuenta que, algunas veces, las oficinas de prensa y relaciones de organismos e instituciones públicas o privadas pueden contar con medios de presión eficientes para la orientación de sus informaciones. Bien, porque dicha institución o empresa guarda relaciones estrechas o comparte los mismos intereses del grupo económico al que pertenece el medio o bien, porque representa un cliente poderoso (en avisos) como anunciante.

Para tener presente…


Dado el carácter interesado que por lo común mueve sus acciones, las relaciones de los periodistas con oficinas de prensa deben ser manejadas con la necesaria cautela y prudencia, tomando en cuenta que su orientación -como corresponde a sus fines- es tratar de capitalizar a favor del personaje, de la empresa o institución tanto el mayor espacio informativo, como las informaciones de carácter positivo.
Por eso, vale tener presente las observaciones hechas por Fernando Reyes Matta (1980) en relación al sentido institucional, declarativo, autoritario y paternalista en el que han devenido las prácticas periodísticas en algunos países latinoamericanos, con relación al manejo de las fuentes:
“El surgimiento de las llamadas “fuentes de información” ha producido un fenómeno de dependencia que disminuye progresivamente las capacidades profesionales. La acción en conjunto de los reporteros -primera instancia del proceso de calificación- ha deteriorado el afán de búsqueda y de interpretación periodística. Posiblemente sea en América Latina donde la aplicación del modelo de periodismo tomado de ciertos países occidentales esté menos lograda, debido a las distorsiones impuestas en el ejercicio de un sistema periodístico “industrial” [...] Estas prácticas superestructurales que ubican la noticia allí donde la autoridad se encuentra, se han visto reforzadas por la influencia de las oficinas de relaciones públicas. Estos organismos se han convertido en instancias de mediación, que no sólo orientan el quehacer periodístico proveyendo determinados materiales de background, sino que además manipulan y dosifican las declaraciones y presentaciones de la autoridad. En la medida en que la noticia es construida en torno a los personajes de la superestructura, la influencia de las oficinas de relaciones públicas -en algunos países llamados ”oficinas de prensa”- es altamente significativa en la definición del total informativo que los medios proporcionan al público” (Reyes Matta, 1980, p. 45).

Otro aspecto: la fuente “única”


Dada la importancia de las fuentes informativas y lo que su adecuado manejo exige para la información periodística de calidad, es conveniente prestarle atención a estas dinámicas en la relación periodista-fuente. Tangamos presente que el criterio periodístico se orienta a un trabajo exhaustivo y cuidadoso por parte del periodista a la hora de recopilar y procesar la información. Esto obliga a consultar diversas fuentes (vivas, documentales) para elaborar una noticia. Y es precisamente en este ámbito en el que algunos investigadores, como Andrés Cañizález (2008) han llamado la atención para el caso venezolano.
A partir de varias investigaciones que a finales de la década pasada realizó en el Centro de Investigaciones de la Comunicación de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), Cañizález encontró algunas tendencias preocupantes en el manejo de las fuentes en el periodismo venezolano, presentes tanto en medio impresos como radioléctricos. Las dos más resaltantes: por una parte, el uso de fuentes únicas y, por otra, el uso de fuentes no atribuidas o identificadas.
El “periodismo de fuente única”, como lo define Cañizález, se expresa en “una ausencia de contraste o de apelar a otras fuentes, para complementar la noticia. Las informaciones en Venezuela se dan a conocer por nuestros medios, teniendo en la mayoría de los casos una sola fuente, es decir un único punto de vista”.
Por otra parte, la presencia de notas y materiales sin fuentes claramente identificadas o en algunos casos vagamente atribuidas a muletillas como “fuentes dignas de todo crédito”, “fuentes bien informadas”, deberían ser la excepción, pero no la regla a la hora de dar cuenta de hechos de interés para la población.
Lo anotado por las investigaciones realizadas en el país no resultan ajenas a una tendencia si se quiere presente también en otros países como en España, según se desprende de los resultados de una investigación realizada por Javier Mayoral (2005), quien analizó más de seis mil textos periodísticos y concluyó que “los periodistas emplean un altísimo número de fuentes insuficientemente identificadas, que no compiten con otras fuentes ni, por tanto, con otras versiones de lo sucedido), que ofrecen información que afecta a sus intereses particulares y que, por último, consiguen que el texto periodístico recoja lo fundamental de su versión de lo acontecido" (p. 101).
Como señala Cañizález, “se trata de una rutina de trabajo en muchos casos reñida con la calidad y el deber de transparencia informativa”. Y si bien el periodista debe mantener relaciones de franqueza y credibilidad con sus fuentes, incluidas las oficinas de prensa, también es preciso no olvidar que en primera instancia el objetivo es aportar informaciones de calidad, en la que se contrasten las distintas voces relacionadas con un hecho. Porque lo fundamental es eludir lo que Mayoral llama “las oscuras servidumbres” del mensaje informativo, hipotecado a las fuentes no identificadas o a lo sumo únicas; y a la difusión de versiones interesadas de la realidad. Estos son algunos de los retos.

Referencias

- Arrueta, César (2010). ¿Qué realidad construyen los diarios? Buenos Aires: La Crujía.
- Cañizález, Andrés (2008): “Acerca de las fuentes”. En: Diario TalCual. Sección: Infocracia. Caracas, miércoles 16 de abril de 2008. p. 23.
- Fontcuberta, Mar (1993). La noticia. Pistas para percibir el mundo. Barcelona: Paidós.
- Martini, Stella (2000). Periodismo, noticia y noticiabilidad. Bogotá: Norma.
- Mayoral S., Javier  (2005). Fuentes de información y credibilidad periodística. En Estudios del Mensaje Periodístico, Nº 11, pp. 93-102.
Disponible en:
- Mujica, Héctor (1967). El imperio de la noticia. Caracas: Ediciones de la Biblioteca UCV.
- Reyes Matta, Fernando (1980). “El concepto de la noticia en América Latina”. En: Un nuevo concepto de noticia. Cuadernos del CNP DF. Nº 4. Caracas: CNP-DF.
- Rodrigo Alsina, Miquel (1989). La construcción de la noticia. Barcelona: Paidós.




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