En primer lugar, es conveniente tener presente que,
como ya lo han señalado maestros y teóricos del periodismo, todo buen
periodismo es esencialmente investigativo, tiene en la investigación su base. Por
lo tanto, se tiende a pensar que es una redundancia decir periodismo de
investigación, porque todo periodismo es investigación.
No obstante, un criterio diferenciador sería
considerar al “periodismo de investigación como aquel tipo de periodismo
caracterizado por ser una actividad periodística en la que se intenta develar,
poner de relieve, denunciar aspectos ocultos de un hecho o de una situación que
algunas personas, fuentes o instituciones están interesadas en ocultar” (Gerardo Reyes: Periodismo de Investigación, 1996)
Recordemos la
expresión del veterano periodista estadounidense Robert Greene (1929-2008):
“Es el
reporterismo que se realiza a través de la iniciativa y el trabajo del
periodista, sobre un asunto de importancia que algunas personas u
organizaciones desean mantener en secreto” (Citado en el libro de G. Reyes).
Una premisa básica del
Periodismo de Investigación es que debe ser fruto del trabajo del reportero.
Por lo tanto, no se pueden considerar trabajos de Periodismo de
Investigación, aquellos basados en informes obtenidos de investigaciones
realizadas por otras personas u organismos.
En fechas más recientes, la
teoría del periodismo se ha decantado hacia el uso del término Periodismo
Investigativo, precisamente para calificar y clasificar a esta práctica
periodística que, como la caracteriza William Gaines en su libro Periodismo Investigativo (1994) es:
1)
“aquella que es producto del trabajo original del
periodista, en contraposición a un informe sobre la investigación de una
entidad pública; 2) aquella en la que haya existido algún intento de ocultar la
información; 3) aquella que sea de importancia para el público”.
De los orígenes a los desafíos
Vinculado en su origen con la prensa
industrial estadounidense de comienzos del siglo XX, las primeras expresiones
de esta práctica periodística -centrada en casos de corrupción, abusos contra trabajadores,
entre otros temas- fueron recibidas con desconfianza y descalificaciones por
parte de sectores políticos y económicos, al punto que algunos de los
periodistas de entonces recibieron la denominación peyorativa de “rastrilladores
de estiércol” (muckrakers),
que se le atribuye al presidente Theodore Roosevelt.
Bernstein y Woodward, los periodistas del Washington Post que trabajaron en el caso Watergate. |
Fue precisamente en este país donde se produjo uno de los casos más
paradigmáticos del llamado periodismo investigativo: el “caso Watergate”, en 1972. El trabajo de investigación periodística adelantado
por los reporteros del diario The
Washington Post, Robert Woodward y Carl Bernstein, sobre un escándalo de
espionaje político que involucró directamente al Presidente de EEUU, Richard
Nixon y lo llevó a su renuncia en 1974.
El expresidente de EEUU, Richard Nixon (1913-1994) |
Este caso, que incluso fue llevado al cine (“Todos hombres del Presidente”, 1976), así como otros tanto en Estados Unidos, Europa e incluso en Latinoamérica, contribuyeron a forjar lo que el periodista Robert Atwood llamó el “aura de leyenda” alrededor del periodismo investigativo pero que en modo alguno da cuenta de una actividad que en su mejor expresión debería ser asumida como una actividad, “un modo de trabajar constante, enrollado en nuestras vidas profesionales del día a día, e inspirado en una manera de mirar y analizar la sociedad que nos rodea”, como escribió Atwood.
La investigación de la periodista chilena Patricia Verdugo abrió el camino para enjuiciar a Pinochet. |
También cabe destacarse la investigación que por casi veinte años llevó adelante
la periodista chilena Patricia Verdugo y que hizo posible abrirle juicio al
exdictador augusto Pinochet por la llamada “Caravana
de la muerte” en la cual fueron asesinados 72 ciudadanos de manos de
militares chilenos luego del Golpe de Estado en 1973. Su investigación
periodística, recogida en el libro Los
Zarpazos del Puma (Chile, 1989) llevó a Pinochet y otros militares al
banquillo de los acusados por crímenes de lesa
humanidad.
Por otro lado, están los trabajos radicalmente retadores como los del veterano
periodista alemán, Günter Wallraff (http://www.guenter-wallraff.com/), quien
con sus investigaciones nada convencionales, puesto que apela al lado
controvertido de la reportería (disfraces, encubrimiento de su identidad, etc.),
ha desnudado el poder mediático e industrial de su país (El periodista indeseable, 1979), así como ha denunciado las
condiciones de explotación de minorías inmigrantes (Cabeza de turco, 1985). Este tipo de práctica, que se conoce como “periodismo
de inmersión” (missrepresentation), y
que como bien explica Robert Atwood en la introducción del libro Métodos de impertinencia (2010), resulta
éticamente inconveniente, puesto que “implica mentir, expone al periodista a
represalias y genera una ruptura en la relación
de transparencia que debiera existir entre el reportero y la sociedad”.
No obstante, el propio Atwood sostiene que hay situaciones en las que se
justifica, “en su mayoría cuando se trata de investigaciones sobre estafas al público
que uno puede constatar solamente como afectado”. Son diversos los trabajos
periodísticos que apuntan en este sentido y que tienen en Günter Wallraff una
referencia, pero que de alguna manera suponen un dilema, una disyuntiva ética
presente en el periodismo investigativo. No es poca cosa esto que Luis Miguel
Carriedo, llamó “El disfraz del periodismo”:
El periodista alemán Günter Wallraff |
Pero más allá de la perspectiva heroica que puede otorgarse al periodismo
de investigación, este puede realizarse para abordar una gama prácticamente
infinita de temas que no se circunscriben sólo a la corrupción y el abuso de
poder, pues como señala Atwood, “sus principios y métodos pueden aplicarse
perfectamente a temas de menor envergadura, los que no necesariamente pueden
tumbar un gobierno, salpicar la imagen de algún político nacional o figurar en
la primera página de un diario, pero que de igual forma tienen vital
importancia para el público o un sector de él”.
Por tanto, los periodistas investigativos no son sino periodistas. No
son héroes, ni fiscales, ni detectives. En palabras del periodista español Miguel
Ángel Nieto:
“Son periodistas, mujeres y hombres enamorados perdidamente de su oficio
que tuvieron la audacia de estar en el momento preciso en el lugar adecuado. Y
por eso tuvieron la suerte de que los grandes temas les tocaran a ellos y no a
otros. Y además fueron obstinados y supieron dudar y sospechar de aquello que
silenciaba el poder. Y se atrevieron a investigar. Aguantaron las amenazas,
resistieron los sobornos y fueron independientes incluso de las empresas que a
fin de mes les pagaban”.
Los riesgos y limitaciones del periodismo investigativo
“¿Tiene la prensa
el derecho a recurrir a cualquier medio para lograr una noticia? ¿El fin
siempre justifica los medios? ¿O hay límites éticos que deberían ser
considerados por los periódicos?” se preguntaba Don Pember, catedrático emérito
de la Universidad de Washington (EEUU), quien califica este tipo de
reporterismo como “Periodismo Macho”.
A lo anterior cabe sumar lo expuesto por Greene, ya citado en
el libro de Gerardo Reyes (1996):
“El peor enemigo del
periodismo de investigación no es el director del periódico amedrentado o el
presidente represivo o el ultrajado anunciante, ni siquiera el juez
parcializado. Es el mal periodismo de investigación”.
Estas serían algunos de los riesgos que
pueden afectar periodismo investigativo:
-
La “denunciología”. La
denuncia sin base, sin confirmación ni sustento.
-
Poco control por parte del
periodista en la investigación, lo que lo lleva a confiar y a depender de sus fuentes
y en ocasiones estas no son ni tan confiables ni tan inocentes.
-
Violar la privacidad de las
personas en nombre del “interés común”.
-
Los alcances éticos de la
investigación periodística: ¿el fin justifica los medios? (uso de cámaras y
grabadores ocultos, uso de nombres y datos falsos por parte del periodista).
De allí la exigencia de que el periodista mantenga su independencia,
entendida en un doble sentido, como escribe Montserrat Quesada, catedrática de
la Universitat Pompeu Fabra, España, en su libro La
investigación periodística (1987):
“Por un lado, el periodista debe desarrollar su trabajo liberado de todo
tipo de compromisos ajenos al medio en el que trabaja que en un momento dado
puedan limitarle su labor.(...) Por otro lado, las indeseables dependencias que
el periodista investigador debe eludir en su trabajo no son solamente de orden
político o simpatías ideológicas (sino también de sus compromisos laborales con
empresas u organismos)”.
Bien lo pone de relieve el maestro Javier Darío Restrepo, cuando
sostiene que los valores éticos de la investigación periodística (incluido el
periodismo de investigación), independientemente de su naturaleza, “son los que se requieren para ser un buen
periodista”. Y ofrece a continuación una síntesis de lo que se le exige:
a) “Compromiso con la verdad. Que es algo
distinto del amor por la verdad, o de la pasión por la verdad. Se trata de algo
más exigente: la entrega de todas las posibilidades del periodista en beneficio
de la verdad. Además de esa entrega, buscar la verdad supone valentía; en
muchos casos, el sacrificio de los propios intereses y la tenacidad para seguir
una pista o para documentarse, y la capacidad de indignarse ante la injusticia
o ante la crueldad”.
b) “La independencia, o ruptura de las
dependencias, o de las obsecuencias, y temores ante el poder. Este se
subordina a la intención de ofrecer al lector todos los datos sobre el hecho
investigado, mientras el miedo y los intereses propios se someten a control. A
su vez, la búsqueda de favores o de poder, desaparecen ante el propósito
fundamental de ofrecer la verdad de los hechos al lector, a pesar de la oposición
o las presiones de quienes rechazan la publicación de la noticia o de la
investigación”.
c) “La responsabilidad frente a la sociedad.
Una investigación periodística es una respuesta que el periodista le da a la
sociedad que tiene el derecho de conocer todo lo que concierne al interés
público. La investigación periodística no se hace para vender periódicos u
obtener rating, ni para ganar premios de periodismo, ni para consolidar un
poder. Se investiga porque así se sirve al derecho fundamental de conocer;
porque el conocimiento completo permite decisiones acertadas y libres”.
Para
ver en detalle estas ideas de Restrepo, véase su sección Consultorio ético, en el sitio de la Fundación para un Nuevo
Periodismo Iberoamericano (FNPI): http://www.fnpi.org/consultorio-etico/consultorio/
Pero así como nos hemos referido a algunos riesgos
y dilemas del periodismo investigativo, vale la pena destacar otros aspectos
que igualmente inciden en la labor profesional de quienes se dedican a este
tipo de trabajos periodísticos, como son el acceso y la relación con las fuentes;
los riesgos de censura y autocensura por la vía de presiones y amenazas a la
integridad, la vida del periodista y de sus familiares o allegados; y el acoso
legal por la vía de demandas y acciones legales en su contra.
En el caso venezolano, tanto estudiosos del tema
como los propios periodistas que se dedican a esta labor destacan las severas restricciones
para acceder a las fuentes, especialmente las oficiales. Robert Atwood lo
observaba hace unos años: “Obviamente, el marco legal para el acceso a la
información no es óptimo en Venezuela. Aunque la Constitución de 1999 garantiza
el acceso a la información pública, este derecho aún ni ha sido reglamentado”.
Del mismo modo, puede señalarse la limitante del marco jurídico que en países
como el nuestro incluyen los llamados “delitos de desacato”, como lo advertía
hace unos años el periodista Gerardo Albarrán, creador y director del sitio Web
Sala de Prensa (http://www.saladeprensa.org/):
“El periodista
latinoamericano ni siquiera está exento de los mismos riesgos jurídicos que
enfrentan sus colegas estadunidenses o europeos: nuestras legislaciones también
sancionan calumnia y difamación por la vía civil, pero también por la vía penal”.
Una garantía de calidad de la información…de la
democracia
El periodismo de investigación es una garantía de calidad en la labor
profesional de los periodistas y de los medios mismos.
El trabajo del periodismo de investigación debería ser una decisión
editorial del medio informativo, en tanto requiere inversión de tiempo y de
recursos. Medios y periodistas cumplen así con su papel social.
Es también, cuando se asume como una
decisión editorial del medio, mediante la creación de unidades o departamentos
de periodismo de investigación, una
garantía de calidad en los contenidos.
Al sacar a la luz aspectos que personas o instituciones interesadas en
que se mantengan ocultos, el periodismo de investigación, procura “hacer las
cosas más transparentes en una sociedad”, tal y como lo destaca el profesor de
la Universidad Católica Andrés Bello, Andrés Cañizález.
Coordinador del libro Ojos frescos
y bien abiertos (2006), Cañizález defiende la vigencia del periodismo de
investigación especialmente en contextos como el venezolano, donde buena parte
de la labor reporteril se reduce a la reproducción de los que las fuentes están
interesadas en divulgar. “Bajo estas circunstancias cobra vigencia la necesidad
de un periodismo que elabore una agenda propia y tenga muy clara su
responsabilidad para con la sociedad y el sistema democrático”.
En países como los nuestros, el
periodismo investigativo es una suerte de vacuna contra los abusos del poder,
la corrupción y la escasa transparencia informativa de gobiernos y poderes políticos
y económicos. Ya lo escribió Mauricio Waisbord en su texto “Por qué la democracia necesita del periodismo
de investigación” (2001):
“Al igual que en otras regiones del mundo, el valor principal del
periodismo de investigación para las democracias latinoamericanas es su
contribución a una creciente responsabilidad política. Esto es especialmente
importante, ya que se considera que la debilidad de los mecanismos de rendición
de cuentas es uno de los problemas más graves a que se enfrentan las
democracias de la región. El letargo, ineficacia e insensibilidad
institucionales a las necesidades públicas legítimas se citan con frecuencia
como una debilidad importante. La existencia de empresas noticiosas
comprometidas al periodismo de investigación ha llegado a ser sumamente
importante. Aun cuando otras instituciones no han verificado las revelaciones
de la prensa o no han realizado sus propias investigaciones, la prensa ha
mantenido vivas las alegaciones de conducta ilegal o poco ética y, a la postre,
en algunos casos, ha forzado a los organismos legislativo y judicial a actuar”.
El periodismo de investigación es una necesidad urgente en democracias y
sociedades en crisis, como la nuestra, es una vía para develar los desvíos y
los excesos del poder.
Bien lo señala Montserrat Quesada (1987):
“El periodismo de investigación (...) convierte a
la prensa y a los medios de comunicación en general en representantes legales
de los intereses de los ciudadanos y, en este sentido, una de sus funciones
prioritarias va a ser la de profundizar en las actividades que lleve a cabo la
administración pública y que afectan a amplios sectores de la sociedad”.
El periodismo investigativo sirve para mantener vivo el papel del
periodismo como vigía, como un oficio que se caracteriza por preguntar a la
vida, por atender a sus latidos.
Referencias
- Albarrán de Alba, Gerardo
(Coord.) (2001). “Diferencias en el periodismo de investigación
en Estados Unidos y Latinoamérica”. Revista Razón y Palabra. Número 22, año 6, mayo -
julio. Especial de Sala de Prensa
para Razón y Palabra. Disponible en:
- Cañizález, Andrés (Coord.) (2006). Ojos
frescos y bien abiertos. Apuntes sobre periodismo de investigación.
Caracas: Ipys.
- Castejón, Enrique (1992). La
verdad condicionada. Caracas. Corprensa.
- - Gaines, William
(1996). Periodismo investigativo. Para
prensa y televisión. Bogotá: Tercer Mundo Editores.
- Nieto, Miguel Ángel (1997). Cazadores
de noticias. Así se descubrieron los grandes escándalos de la democracia.
España: Ediciones temas de hoy.
- Quesada, Montserrat (1987). La
investigación periodística. Barcelona. Edit. Ariel.
- Reyes, Gerardo (1996). Periodismo
de Investigación. México. Edit. Trillas.
- Varios Autores (2010). Métodos de impertinencia. Mejores prácticas y lecciones del periodismo
investigativo en América Latina. Caracas: IPYS.
- Verdugo, Patricia
(1989). Los zarpazos del puma. Santiago. Ediciones ChileAmérica Cesoc.
- Waisbord, Silvio
(2001). “Por qué la democracia
necesita del periodismo de investigación”. Revista Razón y Palabra. Número 22, año 6, mayo -
julio. Disponible en:
- Wallraf, Günter
(1979). El periodista indeseable.
Editorial Anagrama, Barcelona.
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