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martes, 15 de mayo de 2012

Monsiváis: La encomienda inaplazable de la crónica y el reportaje


Carlos Monsiváis

 Hay maestros a los que uno nunca llega a conocer y que, sin embargo, adquieren para nosotros esa denominación, porque los leemos y seguimos entre el fervor y la crítica, porque nos han acompañado en las tareas solitarias de la escritura y de la reflexión sobre el oficio. Para mí, Carlos Monsiváis (México, 1938-2010) es uno de los que merece ese calificativo.
En A ustedes les consta. Antología de la crónica en México (1980), Monsiváis cerraba el prólogo de su libro con estas ideas que reproduzco a continuación y que desde hace años guardo como un credo, mi credo, del periodismo:

“Una encomienda inaplazable de crónica y reportaje: dar voz a los sectores tradicionalmente proscritos y silenciados, las minorías y mayorías de toda índole que no encuentran cabida o representatividad en los medios masivos. Ya no se trata únicamente de darle voz a los grupos indígenas, a los indocumentados, desempleados, subempleados, organizadores de sindicatos independientes, jornaleros agrícolas, campesinos sin tierras, feministas, homosexuales, enfermos mentales, analfabetas. Se trata de darles voz a marginados y desposeídos, oponiéndose y destruyendo la idea de la noticia como mercancía, negándose a la asimilación y recuperación ideológica de la clase dominante, cuestionando los prejuicios y las limitaciones sectarias y machistas de la izquierda militante y la izquierda declarativa, precisando los elementos recuperables y combativos de la cultura popular, captando la tarea periodística como un todo donde, digamos, la grabadora sólo juega un papel subordinado. De modo especial, registrar y darle voz a este país nuevo que, informe y caóticamente, va creciendo entre las ruinas del desperdicio burgués, y la expansión capitalista, significa partir de un análisis de clase o, por lo menos, de una defensa clara y persistente de los derechos civiles. No pretendo que tal encomienda sea el único destino posible de la crónica y el reportaje ni columbro oleadas de periodistas radicales; consigno tan sólo una jerarquización ideal del trabajo periodístico. ¿Qué pueden informarnos crónica y reportaje de la situación actual? Por lo pronto, para citar a Valle-Inclán, que el presente aún no es historia y tiene caminos más realistas”.


Carlos Monsiváis. A ustedes les consta. Antología de la crónica en México, Ediciones Era, México, 1980.

domingo, 6 de mayo de 2012

Capote y A sangre fría


 Truman Streckfus Persons, conocido como Truman Capote (1924-1984)

El nombre de Truman_Capote  (1924-1984) está asociado a la llamada literatura de no ficción y al Nuevo Periodismo, tendencias que por varias décadas han tendido un puente entre las orillas de la literatura y el periodismo. Su libro A sangre fría (1966) es quizás el más acabado de sus trabajos en este ámbito.
En un libro posterior, el escritor sintetizó lo que fue este trabajo que le llevó por más de un lustro a un pueblo de Kansas, donde sucedió el asesinato de una familia, punto de partida de A sangre fría, un minucioso relato sobre ese hecho, sobre la vida de la familia Clutter, de todo el pueblo y de los asesinos. En Música para camaleones (1980/1994), su último libro y en el que reúne entrevistas a personajes tan diversos como memorables, desde Marilyn Monroe hasta un masajista, Capote ofreció alguna de sus claves de escritura y de concepción de su trabajo:

“Durante varios años me sentí cada vez más atraído hacia el periodismo como forma artística propiamente dicha. Tenía dos razones. En primer lugar, no me parecía que hubiese ocurrido algo verdaderamente innovador en la prosa, en la literatura en general, desde la década de 1920; en segundo lugar, el periodismo como arte era un campo casi virgen, por la sencilla razón de que muy pocos literatos han escrito alguna vez periodismo narrativo, y cuando lo han hecho, ha cobrado la forma de ensayos de viaje o de autobiografías”.
(…)
“quería realizar una novela periodística, algo a gran escala que tuviera la credibilidad de los hechos, la inmediatez del cine, la hondura y libertad de la prosa, y la precisión de la poesía.
No fue hasta 1959 cuando algún misterioso instinto me orientó hacia el tema –un oscuro asesinato en una apartada zona de Kansas, y en 1966 pude publicar el resultado, A sangre fría”.
(…)
“Sí, fue como si jugase el resto del póquer, durante seis exasperantes años estuve sin saber si tenía o no un libro. Fueron largos veranos y crudos inviernos, pero seguí dando cartas, jugando mi mano lo mejor que sabía. Luego resultó que tenía un libro”.
(…)
“Desde el punto de vista técnico, la mayor dificultad que tuve al escribir A sangre fría fue permanecer completamente al margen de la narración. Por lo común, el periodista tiene que emplearse a sí mismo como personaje, como observador y testigo presencial, con el fin de mantener la credibilidad. Pero creí que, para el tono aparentemente distanciado de aquel libro, el autor debería estar ausente. Efectivamente, en todo el reportaje intenté mantenerme tan encubierto como me fue posible”.

En: Truman Capote. Música para camaleones (Prefacio), Editorial Anagrama, Barcelona, (1980) 1994, págs. 10,14.

-       Truman Capote. A sangre fría. Editorial Bruguera, España, 1980.