El 27 de junio se celebra en Venezuela el Día del Periodista. Nunca como ahora, este oficio y su práctica en el país ha estado tan lleno de riesgos como la censura, la autocensura, el cierre y secretismo de las fuentes, los acosos judiciales y las agresiones. Pese a todo, el periodismo sigue siendo una profesión que cumple un papel relevante en la sociedad. La vigencia de su ejercicio está en la necesidad social de informar sobre los hechos de cada día y sus consecuencias. De allí la lozanía de este viejo oficio.
En este día, bien vale recordar una conferencia que ofreciera a finales de los años 90 el periodista y escritor argentino Tomás Eloy Martínez (1934-2010), titulada "Periodismo y narración: desafíos para el siglo XXI" en la que aborda asuntos claves para comprender la dimensión ética y estética del oficio de cara a un nuevo siglo, el XXI.
A continuación dejamos algunas de las ideas que expone Martínez, quien también trabajó como periodista en el país:
"De todas las vocaciones del hombre, el periodismo es aquella en la que hay menos lugar para las verdades absolutas. La llama sagrada del periodismo es la duda, la verificación de los datos, la interrogación constante. Allí donde los documentos parecen instalar una certeza, el periodismo instala siempre una pregunta. Preguntar, indagar, conocer, dudar, confirmar cien veces antes de informar: esos son los verbos capitales de la profesión más arriesgada y más apasionante del mundo".
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"El lenguaje del periodismo futuro no es una simple cuestión de oficio o un desafío estético. Es, ante todo, una solución ética. Según esa ética, el periodista no es un agente pasivo que observa la realidad y la comunica; no es una mera polea de transmisión entre las fuentes y el lector sino, ante todo, una voz a través de la cual se puede pensar la realidad, reconocer las emociones y las tensiones secretas de la realidad, entender el por qué y el para qué y el cómo de las cosas con el deslumbramiento de quien las está viendo por primera vez".
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"En ciertas épocas de crisis, cuando las instituciones se corrompen o se derrumban, los lectores suelen asignar esas funciones a la prensa sólo para no perder todas las brújulas. Ceder a cualquier tentación paternalista puede ser fatal, sin embargo. El periodista no es un policía ni un censor ni un fiscal. El periodista es, ante todo, un testigo: acucioso, tenaz, incorruptible, apasionado por la verdad, pero sólo un testigo. Su poder moral reside, justamente, en que se sitúa a distancia de los hechos mostrándolos, revelándolos, denunciándolos, sin aceptar ser parte de los hechos".
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"Oigo repetir que el periodismo de América Latina está viviendo tiempos difíciles y sufriendo ataques y amenazas a su libertad por parte de varios gobiernos democráticos. En las dictaduras sabíamos muy bien a qué atenernos, porque la fuerza bruta y el absolutismo agreden con fórmulas muy simples. Pero las democracias cuando son autoritarias emplean recursos más sutiles y más tenaces, que a veces tardamos en reconocer. Los tiempos siempre ha sido difíciles en América Latina. De esa carencia podemos extraer cierta riqueza. Los tiempos difíciles suelen obligarnos a dar respuestas rápidas y lúcidas a las preguntas importantes".
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"Indagar, investigar, preguntar e informar son los grandes desafíos de siempre. El nuevo desafío es cómo hacerlo a través de relatos memorables" (...)
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